viernes, 1 de septiembre de 2017


Es tan fácil como darme un poquito de calor, pero no. Estoy encerrada en el baño con la llave puesta, los pestillos corridos. LLevo bastante al parecer, porque desde aquí oigo como termina el noticiero en la televisión y se me enfrían las piernas. Por un momento, dejo de lado los hipidos y me calmo: ha empezado a llover de nuevo. Escucho los pasos por la casa, pero nadie viene a verificar nada. No planeo algo, pero uno nunca sabe cuando está por huir de otras maneras, digamos, "irreversibles". 

 

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